UNIÓN EUROPEA - MERCOSUR ¿QUÉ
SE ESTÁ NEGOCIANDO?
Jorge
Marchini *
Uno de los temas que merece permanente atención es el del posicionamiento internacional de la Argentina y en particular su relación con el Mercosur. Por lo pronto, aun existiendo muchas incógnitas y peligrosas
tensiones, el gobierno de Argentina en tándem con el de Brasil apuestan a dar muestras ortodoxas de su propósito de avanzar rápidamente hacia
una mayor apertura externa del Mercosur con el visto bueno de
Paraguay y el probable de Uruguay. Para el gobierno de Mauricio Macri brindar
un impulso raudo a las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea forma
parte central de su estrategia externa.
Por lo pronto, resulta notable el grado de superficialidad
y el muy serio déficit de análisis y debate sobre las eventuales
condiciones y consecuencias que tendría una rápida mayor liberalización
económica de los países del Mercosur con la Unión Europea (UE) en un contexto
mundial comercial y financiero crecientemente desequilibrado para países
periféricos como Argentina, y ante un muy peligroso crecimiento del
proteccionismo en países centrales.
En tal perspectiva, la idea prevalente de voceros del gobierno de que
"lo importante es abrirse al mundo", como una contra-cara a la ola
"proteccionista" en países centrales (Trump, Brexit, etc.) no es solo absurda, sino enormemente
peligrosa.
Enunciación grandilocuente vs
negociaciones confidenciales.
La trascendencia de las negociaciones en marcha para la firma
de un acuerdo de liberalización económica y comercial del Mercosr
con la UE requiere que éstas sean conocidas en forma amplia y puestas en
debate público. Resulta muy paradójico (¿o
cínico?) que se enuncia públicamente y en forma recurrente "el
compromiso absoluto con la transparencia" y que " la prioridad
debe ser el mayor control democrático de la gestión púbica", los mismos
voceros señalan como "comprensible" la absoluta reserva
en que se llevan a cabo las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea.
Ante la necesidad planteada de "avanzar como sea y sin demora"
existe por lo tanto el peligro de aceptar una negociación a libro cerrado y
como hecho consumado, para luego recién ser puesta a consideración pública y
parlamentaria. Es necesario reconocer que la negociación Mercosur-UE
tiene una enorme importancia estratégica. Se trata de vínculos de sociedades y economías con enormes potencialidades de cooperación y
complementación.
No hay duda que mejorar y ampliar las relaciones entre dos
regiones tan importantes debe ser un objetivo prioritario con claves
geopolíticas. Al observarse la terrible situación actual de
dependencia, decadencia y subordinación de México, atado a un
acuerdo de liberalización con EE. UU y Canadá con una estructura
similar al que se propone hoy para Unión Europea con el Mercosur,
debería al menos convocarse a un análisis serio de sus condiciones y posibles
consecuencias.
Muchas de las exigencias y falencias de este acuerdo podrían
ser tanto o más severas que las que sufre hoy dramáticamente México. Un acuerdo del Mercosur con la UE negociado a libro cerrado sería totalmente contradictorio con el alivio de haberse
rechazado la propuesta de un acuerdo del mismo tipo como el ALCA en 2005.
Aun si se denominara un acuerdo con Europa con eufemismos tales como “de cooperación económica”, u otra figura
elegante al estar la denominación TLC muy desprestigiada, muchas de sus
condiciones y exigencias tendrían derivados muy negativos para la
actividad económica, la situación del empleo y la vulnerabilidad fiscal tal como lo demuestran como antecedente no solo la situación actual
de México, sino también los resultados de los acuerdos de
rauda liberalización firmados de varios países latinoamericanos en años
recientes con Europa.
Ya es posible reconocer la experiencia recorrida por
acuerdos de libre comercio (TLC) que la UE ha concretado con otros países
latinoamericanos (Centroamérica, Chile, Ecuador, México, Perú). Existen numerosas evaluaciones muy serias y bien documentadas poniendo en evidencia que el balance de sus resultados concretos han sido
negativos ( por ejemplo, mayor aumento de las importaciones desde Europa que
exportaciones hacia allí en un período de mayores déficit de las balanzas de
pago, quiebra de empresas y aumento de la marginalidad de pequeños
productores rurales, pérdida de la capacidad de los gobiernos de
afrontar los crecientes problemas de sus economías con medidas para
defender y promocionar en forma independiente la producción local, mantenimiento
de barreras proteccionistas europeas para-arancelarias, mayor exclusión a
los inmigrantes latinoamericanos en Europa etc.).
¿Abrirse a cambio de qué?
Es necesario destacar que los aspectos comerciales son sólo uno de
los capítulos, y tal vez no el más importante, de las negociaciones en
marcha. Aun sin contar con información detallada imprescindible, pero sí el antecedente de acuerdos similares negociados por
la UE recientemente, es posible anticipar que un acuerdo contra reloj UE-
Mercosur incluiría una masiva eliminación reciproca inmediata
de aranceles al comercio exterior.
Es previsible que la UE seguirá sosteniendo las
subvenciones y la protección de su sector agrícola, condición que
intentan imponer en la negociación y que justifican por la
existencia las presiones internas proteccionistas en sus propios países.
Sus negociadores seguirán sosteniendo que los temas agrícolas deben ser
tratados en OMC, aunque todos saben que la Ronda Doha está paralizada
desde hace años.
Podrán hacer promesas ambiguas para "salvar la cara" a
los gobiernos del Mercosur dispuestos a firmar como sea, pero no brindando
concesiones significativas para una mayor apertura de sus mercados a los
productos agropecuarios competitivos mercosureños. Se privaría así a los países
del Mercosur poder alcanzar el que sería el beneficio comercial
esperado más importante a cambio de una apertura inédita, masiva, de los mercados
locales, a una competencia abierta de una economía más desarrollada; sobre todo
evidente para la mayor parte de los productos industriales y servicios.
Se repetiría, aun en un grado mayor, el escenario de la grave crisis que
sufre hoy México, pero también comparable al que se observa en la
misma Europa como consecuencia de las asimetrías entre los países del norte
respecto a los de sur y del este.
En forma engañosa suele afirmarse que las negociaciones Mercosur- UE en marcha son solo de tipo comercial. No es así, la mayor parte de
los temas en discusión son de carácter estructural y comprometen el
conjunto de la economía en aspectos críticos tales como servicios, patentes, propiedad intelectual, compras públicas, inversiones y competencia. La eventual
provisión de “igualdad en el tratamiento nacional" a los
países de la UE, aun si se incluyeran algunas salvaguardas de excepción
marginales , impediría defender y priorizar la diversificación de matrices
productivas que hoy resulta imprescindible encarar ante los cambios de economía
mundial.
Nuestros países no requieren mayor liberalización descompensada, sino estrategias y políticas públicas elementales de defensa de su desarrollo utilizadas históricamente también por los países
europeos, a través de la sustitución de importaciones, priorizar la
producción nacional, brindar créditos diferenciales para el desarrollo de
regiones o sectores más desfavorecidos que son inhibidos
estructuralmente por los acuerdos europeos. El futuro de nuestros
países puede quedar completamente comprometido por una mala negociación
Las exigencias de un acuerdo que inhibiera decisiones soberanas independientes para introducir cambios legislativos,
arancelarios, financieros o impositivos, vulnerarían la capacidad
elemental de nuestros países para reordenar prioridades, ponderar
recursos, capacidades y excedentes, y priorizar la integración complementaria
de América Latina para enfrentar la falta de divisas y un marco
internacional muy inestable e incierto.
¿Dónde están los análisis
costo-beneficio?
De forma de poder decidir qué tipo de entendimiento con Europa es
posible y conveniente para el Mercosur resulta imprescindible que entidades, partidos y organizaciones sociales y académicas que proclaman defender el interés nacional y regional no se
dejen llevar por enunciaciones superficiales y se convoquen
inmediatamente al análisis serio tanto general, como regionales y
sectoriales, que incluya la evaluación de los efectos estructurales de corto y largo plazo y posibles alternativas realistas a un acuerdo liberalizador descompensado. .
En lo inmediato, es preciso contraponer ultimatismos ( por ejemplo,
afirmar que se debe negociar ahora o nunca), posibles maniobras (
eventuales amenazas de proponer negociaciones “multiparte” en forma
independiente, tal como lo hizo con la Comunidad Andina, para romper la unidad
de Mercosur ) o la lisa y llana distorsión de la realidad cuando se
hace referencia a la segura expectativa de la llegada de enormes inversiones
productivas que generarían muchísimas fuentes de trabajo (¿lluvia de euros?)
Existen antecedentes internacionales de opciones más
equilibradas para la negociación con la Unión Europea y otros países y regiones
más industrializados para superar asimetrías que debieran ser tenidos en
cuenta. No debe dejarse una negociación crucial con la Unión Europa solo en
manos de un grupo pequeño de “especialistas” y la presión de grupos de
interés o medios de comunicación superficiales o sectorizados por
posiciones ideológicas o intereses económicos particulares, como se ha
repetido a lo largo de años.
¿Hay otro camino?
Es imprescindible desmitificar la idea que no hay otra alternativa
para una negociación con la Unión Europea que avanzar a libro
cerrado. Se debe rechazar en forma terminante la caricaturización
que hacen voceros del establishment afirmando que los sectores, organizaciones
y personas que rechazan la firma rápida del acuerdo en condiciones
desventajosas solo lo hacen para “poner palos en la rueda” y no
pueden contar con propuestas alternativas serias y efectivas.
La continuidad de las negociaciones del Mercosur con la
Unión Europea deben abrir un campo a la reflexión y participación pública
para plantear sin demora opciones viables. El punto de partida debe
ser reconocer la necesidad de evitar que se repita el error de no considerar
condiciones asimétricas de desarrollo entre países y sectores de mayor y menor desarrollo económico e industrial que hoy
observamos también como ejemplo negativo entre los países del norte, el
sur y el este de Europa.
Son aspectos básicos a
contemplar:
a) La extensión de la
liberalización comercial: Debería realizarse un análisis serio y transparente
- no solo entre negociadores que poco conocen y/o no consultan las
realidades y actores sectoriales o regionales - para evaluar los
eventuales impactos de una mayor apertura de importaciones
europeas. Bien podría plantearse como alternativa una negociación
en etapas y en tanto se presenta como “acuerdo de cooperación
económica”, vinculando cada una de ellas al logro de ciertas metas
pre-fijadas de desarrollo económico (por ejemplo, aumento del PBI
per cápita, desarrollo industrial regional o social (como los aspectos
del Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas), con cláusulas de
suspensión de ventajas de no cumplirse las mismas.
Aun si acaso los negociadores de la UE plantearan que no les sería
posible aceptar el condicionamiento a indicadores que no pudieran ser
controlados por Europa, otra posibilidad podría ser vincular las
concesiones mutuas a metas relacionadas con la participación de mercado de las
exportaciones del MERCOSUR (productos con valor agregado, diversificación
productiva).
Una metodología con metas acordadas para el desarrollo, que fueran
más allá de salvaguardas temporales, permitiría que: i) de producirse
crisis de las balanzas de pagos u otras dificultades económicas que
llevaran a la caída de la actividad económica, pudieran revertirse legalmente y
renegociarse las concesiones, ii) ahondar el compromiso de bregar
en forma permanente por el desarrollo mutuo y armónico de vínculos
cooperación y complementación.
b) Exigir un
análisis consistente y responsable específico por productos y sector de la aplicación del Sistema Generalizado de Preferencias ( SGP) por parte de Europa, al interpretarse que el cambio criterios y la eliminación para su aplicación en las
importaciones de casi todos los países del Mercosur desde 2014 ha sido
introducido como un factor distorsivo y/o condicionante indirecto
al clima de armonía no extorsivo que requieren negociaciones
internacionales con un horizonte de largo plazo.
c) Acotar las metas para alcanzar resultados viables, consistentes y mutuamente beneficiosos.Teniendo en cuenta que, tal como ocurre en general con los mal llamados
“tratados de libre comercio” (TLC), la mayor parte de los capítulos de
la negociación Mercosur- UE no son de carácter comercial sino se vinculan a un
amplio espectro de temas estratégicos (compras públicas, propiedad
intelectual, servicios financieros, telecomunicaciones, transporte marítimo,
competencia, entre otros). Deben plantearse prioridades claras y
alcanzables de negociación – ejemplo: comenzar por los aspectos
comerciales - no temiendo incluir en una agenda efectiva otros temas que no deben ser marginados por su incidencia también hoy
central en las relaciones comerciales y económicas intra-regionales como ser: el movimiento de personas, la coordinación educativa, la
complementación industrial, los programas de cooperación en investigación
y desarrollo.
Tal como señalara el ex secretario general de la Cancillería de
Brasil, Samuel Pinheiro Guimarães, al realizar un análisis de
las condiciones y efectos que podrían derivar en particular para Brasil un mal acuerdo con la Unión Europea, “podría ser el inicio del fin del
Mercosur, y el fin de la posibilidad de desarrollo autónomo y soberano brasileño y del objetivo estratégico de Brasil de construir un bloque
económico y político de América del Sur, próspero, democrático y soberano”.
Esta preocupación debería ser común a todos los países del Mercosur.
Las negociaciones de dos regiones tan importantes y con lazos tan
estrechos como la Unión Europea y el Mercosur son un asunto serio y no pueden
ser concretadas en entremeses confidenciales de técnicos y
diplomáticos para ser presentadas como “hecho consumado” en forma rimbombante
y engañosa hacia la sociedad. Deben formar parte de una
construcción y voluntad genuina y consistente teniendo en
consideración capacidades, necesidades y potencialidades, con beneficio mutuo
para ambas regiones. La sociedad debe saber qué se está negociando
y tener la palabra.
El autor es Profesor de Economía de
la Universidad de Buenos Aires (UBA), Vice Presidente de la Fundaciòn para la
Integración Latinoamericana (FILA), Investigador del Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales (CLACSO).
Buenos Aires, 9 de marzo de 2017
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