lunes, 13 de marzo de 2017

UNIÓN EUROPEA - MERCOSUR ¿QUÉ SE ESTÁ NEGOCIANDO?

UNIÓN EUROPEA - MERCOSUR ¿QUÉ SE ESTÁ NEGOCIANDO?
                                                                                                                                   Jorge Marchini *


Uno de los temas que merece permanente atención es el del  posicionamiento internacional de la  Argentina y en particular su  relación con el Mercosur. Por lo pronto, aun existiendo muchas incógnitas y peligrosas tensiones, el gobierno de Argentina en tándem con el de Brasil apuestan a dar muestras ortodoxas de su propósito de avanzar rápidamente hacia una  mayor apertura externa del Mercosur con el visto bueno de Paraguay y el probable de Uruguay. Para el gobierno de Mauricio Macri brindar un impulso raudo a las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea forma parte central de su estrategia externa.  

Por lo pronto, resulta  notable el grado de superficialidad  y  el muy serio déficit de análisis y debate sobre las eventuales condiciones y consecuencias que tendría una rápida mayor liberalización económica de los países del Mercosur con la Unión Europea (UE) en un contexto mundial comercial y financiero crecientemente desequilibrado para países periféricos como Argentina, y ante un muy peligroso crecimiento del proteccionismo en países centrales.

En tal perspectiva, la idea prevalente de voceros del gobierno de que "lo importante es abrirse al mundo", como una contra-cara a la ola "proteccionista" en países centrales (Trump, Brexit, etc.)  no es solo absurda, sino enormemente peligrosa. 

Enunciación grandilocuente vs negociaciones confidenciales.

La trascendencia de las negociaciones en marcha  para la firma  de un  acuerdo de liberalización económica y comercial del Mercosr con la UE requiere que éstas sean conocidas en forma amplia  y puestas en debate público. Resulta muy paradójico  (¿o cínico?) que se enuncia públicamente y en forma recurrente  "el compromiso absoluto con la transparencia" y que  " la prioridad debe ser el mayor control democrático de la gestión púbica", los mismos voceros  señalan  como "comprensible" la absoluta reserva en que se llevan a cabo las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea.

Ante la necesidad planteada de "avanzar como sea y sin demora" existe por lo tanto el peligro de aceptar una negociación a libro cerrado y como hecho consumado, para luego recién ser puesta a consideración pública y parlamentaria. Es necesario reconocer que la negociación Mercosur-UE tiene una enorme importancia estratégica. Se trata de vínculos de sociedades y economías con enormes potencialidades de cooperación y complementación. 

No hay duda que mejorar y ampliar  las relaciones entre  dos regiones tan importantes debe ser un objetivo prioritario con claves geopolíticas.  Al observarse la  terrible situación actual de dependencia, decadencia y subordinación de México, atado a un acuerdo de liberalización con EE. UU  y Canadá  con una estructura similar  al que se propone hoy para  Unión Europea con el Mercosur, debería al menos convocarse a un análisis serio de sus condiciones y posibles consecuencias.    

Muchas de las exigencias y falencias  de este acuerdo  podrían ser tanto o más severas que las que sufre hoy dramáticamente México. Un acuerdo del Mercosur con la UE negociado a libro cerrado sería totalmente contradictorio con el alivio de haberse rechazado la propuesta de un acuerdo del mismo tipo como el  ALCA en 2005. 

Aun si se denominara un acuerdo con Europa con eufemismos tales como  “de cooperación económica”, u otra figura elegante al estar la denominación TLC muy desprestigiada, muchas de sus condiciones y exigencias tendrían derivados muy negativos para la actividad económica, la situación del empleo y la vulnerabilidad fiscal tal como lo demuestran como antecedente no solo la situación actual de México, sino también los resultados de los acuerdos de rauda liberalización firmados de varios países latinoamericanos en años recientes con Europa.  

Ya es posible reconocer  la  experiencia recorrida por  acuerdos de libre comercio (TLC) que la UE ha concretado con otros países latinoamericanos (Centroamérica, Chile, Ecuador, México, Perú). Existen numerosas evaluaciones muy serias y bien documentadas poniendo en evidencia que el balance de sus  resultados concretos han sido negativos ( por ejemplo, mayor aumento de las importaciones desde Europa que exportaciones hacia allí en un período de mayores déficit de las balanzas de pago, quiebra de empresas y aumento de la marginalidad de pequeños productores rurales, pérdida de la capacidad de los gobiernos de afrontar los crecientes problemas de sus economías con medidas para defender y promocionar en forma independiente la producción local, mantenimiento de barreras proteccionistas europeas para-arancelarias, mayor exclusión a los inmigrantes latinoamericanos en Europa etc.).  

¿Abrirse a cambio de qué?

Es necesario destacar que los aspectos comerciales son sólo uno de los capítulos, y tal vez no el más importante, de las negociaciones en marcha. Aun sin contar con información detallada imprescindible, pero sí el  antecedente de  acuerdos similares negociados por la UE recientemente, es posible anticipar que un acuerdo contra reloj UE- Mercosur  incluiría una masiva  eliminación reciproca inmediata de aranceles al comercio exterior.

Es previsible que la UE  seguirá sosteniendo las  subvenciones y  la protección de su sector agrícola, condición que intentan imponer en la negociación y que justifican  por la existencia las presiones internas proteccionistas en sus propios países. Sus negociadores seguirán sosteniendo que los temas agrícolas deben ser tratados en OMC, aunque todos saben que la Ronda Doha está paralizada desde hace años. 

Podrán hacer promesas ambiguas para "salvar la cara" a los gobiernos del Mercosur dispuestos a firmar como sea, pero no brindando concesiones significativas para una mayor apertura de sus mercados a los productos agropecuarios competitivos mercosureños. Se privaría así a los países del Mercosur poder alcanzar el que sería el beneficio comercial esperado más importante a cambio de una apertura inédita, masiva, de los mercados locales, a una competencia abierta de una economía más desarrollada; sobre todo evidente para la mayor parte de los  productos industriales y servicios. 

Se repetiría, aun en un grado mayor, el escenario de la grave crisis que sufre hoy México, pero también  comparable al que se observa en  la misma Europa como consecuencia de las asimetrías entre los países del norte  respecto a los de sur y del este.

En forma engañosa suele afirmarse que las negociaciones Mercosur- UE en marcha son solo de tipo  comercial. No es así, la mayor parte de los temas en discusión  son de carácter estructural y comprometen  el conjunto de la economía en aspectos críticos tales como servicios, patentes, propiedad intelectual, compras públicas, inversiones y competencia. La eventual provisión  de “igualdad en el tratamiento nacional" a  los países de la UE, aun si se incluyeran algunas salvaguardas de excepción marginales , impediría defender y priorizar la diversificación de matrices productivas que hoy resulta imprescindible encarar ante los cambios de economía mundial. 

Nuestros países no requieren mayor liberalización descompensada, sino estrategias y políticas públicas elementales de defensa de su desarrollo utilizadas históricamente también por los países europeos, a través de la sustitución de importaciones, priorizar la producción nacional, brindar créditos diferenciales para el desarrollo de regiones o sectores más desfavorecidos que son inhibidos estructuralmente por los acuerdos europeos. El futuro de nuestros países puede quedar completamente comprometido por una mala negociación    

Las exigencias de un acuerdo que inhibiera decisiones soberanas independientes para introducir cambios legislativos, arancelarios, financieros o impositivos, vulnerarían la capacidad  elemental de nuestros  países para reordenar prioridades, ponderar recursos, capacidades y excedentes, y priorizar la integración complementaria de América Latina para enfrentar la falta de divisas y un marco internacional muy inestable e incierto. 


¿Dónde están los análisis costo-beneficio?

De forma de poder  decidir qué tipo de entendimiento con Europa es posible y conveniente para el Mercosur resulta imprescindible que entidades,  partidos y organizaciones sociales y académicas que proclaman defender el interés nacional y regional no se dejen llevar por enunciaciones superficiales y se convoquen inmediatamente al  análisis serio tanto general, como regionales y sectoriales,  que incluya la evaluación de los efectos estructurales de corto y largo plazo y posibles alternativas realistas a un acuerdo liberalizador descompensado. .

En lo inmediato, es preciso contraponer ultimatismos ( por ejemplo,  afirmar que se debe negociar ahora o nunca), posibles maniobras ( eventuales amenazas de proponer negociaciones “multiparte” en forma independiente, tal como lo hizo con la Comunidad Andina, para romper la unidad de Mercosur )  o la lisa y llana  distorsión de la realidad cuando se hace referencia a la segura expectativa de la llegada de enormes inversiones productivas que generarían muchísimas fuentes de trabajo (¿lluvia de euros?)   

Existen antecedentes internacionales de opciones más equilibradas para la negociación con la Unión Europea y otros países y regiones más industrializados para superar asimetrías que debieran ser tenidos en cuenta. No debe dejarse una negociación crucial con la Unión Europa solo en  manos de un grupo pequeño de “especialistas” y la presión de grupos de interés o medios de comunicación superficiales o sectorizados por posiciones ideológicas o  intereses económicos particulares, como se ha repetido a lo largo de años.

¿Hay otro camino?

Es imprescindible desmitificar  la idea que no hay otra alternativa para una negociación con la Unión Europea  que avanzar a libro cerrado. Se debe rechazar en forma terminante la caricaturización que hacen voceros del establishment afirmando que los sectores, organizaciones y personas que rechazan  la firma rápida del acuerdo en condiciones desventajosas solo lo hacen para  “poner palos en la rueda” y no pueden contar con   propuestas alternativas serias y efectivas.

La continuidad de las  negociaciones del Mercosur con la Unión Europea deben abrir un campo a la reflexión y participación pública para  plantear sin demora opciones viables. El punto de partida debe ser reconocer la necesidad de evitar que se repita el error de no considerar  condiciones  asimétricas de desarrollo entre países y sectores de mayor y menor desarrollo económico e industrial que hoy observamos también como ejemplo negativo entre los países del  norte, el sur y el este  de Europa.

Son aspectos básicos a contemplar: 

a)    La extensión de la liberalización comercial: Debería realizarse un análisis serio y transparente - no solo entre negociadores que poco conocen y/o no consultan las realidades y actores sectoriales o regionales  -  para evaluar los eventuales impactos de una mayor apertura de  importaciones europeas. Bien podría plantearse como alternativa una negociación en etapas y en tanto se presenta como “acuerdo de cooperación económica”, vinculando cada una de ellas al logro de ciertas metas pre-fijadas de desarrollo económico (por ejemplo, aumento del  PBI per cápita, desarrollo industrial regional o social (como los aspectos del Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas), con cláusulas de suspensión de ventajas de no cumplirse las mismas. 

Aun si acaso los negociadores de la UE plantearan que no les sería posible aceptar el condicionamiento a indicadores que no pudieran ser controlados por Europa, otra posibilidad podría ser vincular las concesiones mutuas a metas relacionadas con la participación de mercado de las exportaciones del MERCOSUR (productos con valor agregado, diversificación productiva).

Una metodología con metas acordadas para el desarrollo, que fueran más allá de salvaguardas temporales, permitiría que: i) de producirse crisis de las  balanzas de pagos u otras dificultades económicas que llevaran a la caída de la actividad económica, pudieran revertirse legalmente y renegociarse las concesiones, ii)  ahondar el compromiso de bregar en forma permanente por el desarrollo mutuo y armónico de vínculos cooperación y complementación.

b)    Exigir un análisis consistente y responsable específico por productos y sector de la aplicación del Sistema Generalizado de Preferencias ( SGP) por parte de Europa, al interpretarse que el cambio criterios y la eliminación para su aplicación en las importaciones de casi todos los países del Mercosur desde 2014 ha sido introducido como un factor distorsivo y/o condicionante indirecto al clima de armonía no extorsivo que requieren negociaciones  internacionales  con un horizonte de largo plazo.

c)    Acotar las metas para alcanzar resultados viables, consistentes y mutuamente beneficiosos.Teniendo en cuenta que, tal como ocurre en general con los mal llamados “tratados de libre comercio” (TLC), la mayor parte de los capítulos de la negociación Mercosur- UE no son de carácter comercial sino se vinculan a un amplio espectro de temas estratégicos (compras públicas, propiedad intelectual, servicios financieros, telecomunicaciones, transporte marítimo, competencia, entre otros). Deben plantearse prioridades claras y alcanzables de negociación – ejemplo: comenzar por los aspectos comerciales - no temiendo incluir en una  agenda efectiva otros temas que no deben ser marginados por su incidencia también hoy central en las relaciones comerciales y económicas intra-regionales como ser: el movimiento de personas, la coordinación educativa, la complementación industrial, los programas de cooperación en investigación y desarrollo.

Tal como señalara el ex secretario general de la Cancillería de Brasil, Samuel Pinheiro Guimarães, al realizar un análisis de  las condiciones y efectos que podrían derivar en particular para Brasil un mal acuerdo con la Unión Europea, “podría ser el inicio del fin del Mercosur, y el fin de la posibilidad de desarrollo autónomo y soberano brasileño y del objetivo estratégico de Brasil de construir un bloque económico y político de América del Sur, próspero, democrático y soberano”. Esta preocupación debería ser común a todos los países del Mercosur. 

Las negociaciones de dos regiones tan importantes y con lazos tan estrechos como la Unión Europea y el Mercosur son un asunto serio y no pueden ser concretadas en entremeses confidenciales de técnicos y diplomáticos para ser presentadas como “hecho consumado” en forma rimbombante y engañosa hacia la sociedad. Deben formar parte de una construcción y voluntad genuina y consistente teniendo en consideración capacidades, necesidades y potencialidades, con beneficio mutuo para ambas regiones. La sociedad debe saber qué se está negociando  y  tener la palabra.  

El autor es Profesor de Economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Vice Presidente de la Fundaciòn para la Integración Latinoamericana (FILA), Investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).  

Buenos Aires, 9 de marzo de 2017

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